lunes, 19 de noviembre de 2012

2 meses...


Hoy es un día más en el trabajo. Hace días que se ha convertido en la única vía de escape a la realidad y es que las cosas no van demasiado bien. El trabajo y la universidad, el apoyo que necesito para embotarme la mente. Madrugar, ducha para despertar un nuevo día de idas y venidas, pasar por la facultad (nota mental: pasar más a menudo, me estoy atrasando), apuntes, reportaje o alfombra roja o entrega de premios (no estoy muy segura que ha sido solo sé que preguntaba y otros respondían, o no), sketch con Miki, comida en plató escuchando los planes de Patty, chapa y pintura para el directo. Mi móvil sigue sin sonar, ni un sms, ni un whats app, ni siquiera una llamada perdida. 
En el camerino de maquillaje cierro los ojos y por primera vez en el día tengo tiempo a pensar. No lo necesito, no me gusta. Los cascos con la música a máximo volumen intentan evitar entrar en el torbellino de recuerdos en el que sin quererlo ya he entrado y la música, Supersubmarina, no ayuda a no pensar en él. En él, él y sus gustos, él y sus detalles, él y yo… 


 19 de Agosto: 
Hoy empieza un duro fin de semana de trabajo. Me voy con mi cámara a Asturias. Va a ser un fin de semana intenso pero a su vez vacío porque no me voy con él.  
Y es que hace ya un par de semanas que vivo más entre sus sábanas que en mi casa. Desde la conversación que mantuvimos en aquel desayuno todo ha sido perfecto. Había empezado a ver esa parte de él que tanto le costaba mostrar, esa que tantas veces habían dañado, esa que poco a poco dejaba relucir entre besos, miradas o simples caricias. Nunca más habíamos hablado de que éramos, que sentíamos o que nos pasaba por la cabeza. Era todo tan simple de repente, tan natural. Bastaba con un “te invito a comer” , “estas preciosa” o “quédate también esta noche”. Había visto más veces a su hermano que era tan increíble y único como él. Alguna noche que otra nos habíamos encontrado a amigas mías que entre miradas cómplices y sorpresivas me interrogaban sin palabras por ese chico que me tenía abstraída y que no soltaba mi mano. Todo estaba surgiendo solo, sin cambios de guion. 
Y este fin de semana suponía desde hace un par de semanas las primeras noches que no iba a dormir con él. Y en el fondo, aunque me esté poniendo demasiado ñoña, sé que me va costar. 
Me voy a la ducha resistiéndome aún a abandonar su cama, queriendo despertarlo para comerlo a besos, pero es demasiado temprano. Había dejado la maleta hecha en el coche cuando ayer vine a cenar toreando los reproches de mi madre que aún no entendía demasiado bien el porque nos seguíamos viendo después de aquel desayuno, después de mi convicción de acabar con todo. Creo que muchas veces no lo entendía ni yo, pero esto ya no es lo que era antes de esa mañana, había cambiado su actitud, sus intereses. Quizá también había cambiado yo. 
Me visto a oscuras para no molestarle con la luz y dejándole una nota en la entrada salgo hacia el plató donde ya me espera el equipo técnico y mi cámara. 
Furgoneta, barullo, croissants calentitos y chocolate en termos. Parece que todos tienen muchas ganas de empezar este fin de semana de “vacaciones”, y yo soy aquí la única amargada que no quería levantarse de la cama, de su cama. ¡Puede ser divertido! Tengo que dejar el mal rollo a un lado e intentar disfrutar del fin de semana con el equipo al que tengo un poco abandonado fuera de las horas de reportajes. Antes siempre nos íbamos a cenar juntos, salíamos de fiesta y puede que un poco también lo eche de menos; y sé que ellos también a mi, son demasiado maduros y educados para echarme en cara que les haya dejado tirados por el chico de la competencia que va todos los días a recogerme a plató. 

Crispis, espabila que estás dormida — dijo Aguirre acercándome un croissant relleno de nutella —claro tanta fiesta, tanta fiesta… 
—Gracias bonito. Y de fiesta nada, sabes de sobra que salgo poquito, no me gusta. Y es que soy una abuela. 
No,no,no, si yo no me refería a ese tipo de fiesta — me dio un par de codazos— tu ya me entiendes. Mucho besito en el coche, muchas noches llegando a los repors directamente de su casa… Pequeña te encaprichas demasiado pronto me parece a mí. Con Miguel ibas por el mismo camino, menos mal que reaccionaste a tiempo. 

No supe que contestar. Nos subimos a la furgoneta y me senté al fondo a comerme mi croissant que parecía lo único que me entendía hoy. ¿Tendría razón Aguirre? ¿Me encapricho demasiado pronto de la gente? En el fondo puede que no sea tan madura como creo y exijo a la gente aclarar sus sentimientos y demostrarlos cuando yo soy la que menos se aclara. Tienen razón, mi madre, Aguirre, mis amigas, en que desde que “empecé” con Dani no estoy disponible para nadie que no sea él. Estoy descuidando bastante los estudios, voy al trabajo con menos ilusión porque todo tiempo que no pasemos juntos no me interesa. Y pasaron solo semanas, no estoy enamorada, lo sé, pero lo que no sé es porque me entrego tanto y tan pronto a la gente. Echando la vista atrás tengo bastante mala suerte a la hora de elegir. Parecen atraerme solo los bipolares, los mentirosos, los celosos o los infieles. Y siempre lo paso mal, pero no se si es debido a que estoy enamorada o a que entrego tanto de mi en cada relación que cuando se acaba por razones evidentes y previsibles, la que sale escaldada siempre soy yo y puede ser porque en mi mente maximizo las cosas y me engaño a mi misma creyendo que siento lo que realmente no es así.  
¿Me pasaría eso también ahora? ¿Estaría demasiado cerrada en Dani? ¿Estaríamos pasando demasiado tiempo juntos? ¿Me gustaba tanto como pensaba o lo estaba exagerando?  
La verdad es que no lo sé, y si no lo sé yo menos lo va a saber la gente que me ve desde fuera, no sabe si quiero de más o quiero de menos. Intentaré ser un poco más cauta en las relaciones pero eso no implica prohibirme sentir, o sentir a medias. Yo soy como soy y puede que sea demasiado confiada, que me dé demasiado de golpe a alguien pero no puedo hacerlo a cuentagotas porque yo tampoco quiero a cuentagotas. Cuando siento algo por alguien, amistad o amor, tanto tiene, para el caso lo único que los diferencia es el sexo, lo hago sin miramientos y la mayoría de las veces sin cabeza. Pero soy así, es un grave defecto cuando me dañan y una gran virtud cuando consigo que la gente me conozca tal como soy. 
Mi móvil suena y con esa urgencia que me entra cuando esto pasa desde hace un par de semanas lo saco del bolsillo del pantalón manchándolo junto con la pantalla de nutella. ¡Soy un desastre! Lo limpio como puedo, aunque lo ensucio más si me descuido, para leer en la pantalla que era un sms de mi madre. Un poco decepcionada me dedico a limpiarlo en su totalidad pues la prisa ya desapareció y cuando acabo lo abro por fin. Un “abrígate bien que aunque sea verano en Asturias hace frío, tu padre y yo te echamos de menos, espero que al volver encuentres un hueco para cenar con nosotros… Te quiere mami” arranca una lágrima traviesa. Todo el mundo tiene razón en que me estoy alejando de lo importante, de mi familia, de mis amigos, de gente que sé que va a estar ahí por encima de rupturas, amores o problemas. De repente recuerdo cuando fue la última vez que mantuve una conversación decente con mi madre, ella que era como mi mejor amiga y en cambio, desde la noche en la que me decidí a acabar todo con Dani no me había vuelto a sentar a hablar con ella, preguntarle que tal su día, contarle que tal el mío… Tengo claro que al volver de este fin de semana las cosas no van a seguir igual, estoy siendo muy egoísta. 
El viaje transcurrió entre paradas, típicas bromas de autobús y es que yo era la benjamina pero eran todos unos garrulos infantiles, cuando desperté tenía un bigote de nutella y la nariz pintada con pintalabios rojo, que para más inri había robado de mi bolso. 

—Sois unos críos, a ver listos ¿como me limpio yo esto? Que se supone que yo soy la que habla frente a la cámara y esas cosas? 
—Yo creo que sería un giro interesante para el programa ¿no crees?— dijo Aguirre a mi cámara muy serio 
—Si lo creo, espera que hago unas tomas 
—Sois más bobos los dos, así os va… Yo no digo nada. 
—Anda crispis, no te enfades — Aguirre me acercó unas toallitas húmedas y un espejito (que también estaba en mi bolso) 
—¿Por cierto que es eso de fuchicar en el bolso de una señorita? 
Tu no eres una señorita, tu eres una niña pequeña, MI niña pequeña y tengo que controlarte. 
—¿Y algo que merezca su control en mi bolso papi? 
—Pues ahora que lo dices… yo metería un par de rosarios, una biblia y agua bendita que te estás entregando demasiado al pecado. Que se ve en la cara tan buena que traes por las mañanas— el resto del autobús se tronchó de risa. Yo estaba segura de haberme puesto roja como un tomate — es coña tonta, disfruta tu que aún eres joven. He visto que tenías el disco de supersubmarina ¿Te gustan? 
—Es el grupo favorito de Dani y a mi también me gustan mucho 
—Pues conozco a su representante y me comentó que van a dar un pequeño concierto en la sala búho de Madrid. Al parecer están empezando a ser apreciados y las entradas estaban vendidas pero seguro que puedo conseguir un par en el reservado. ¿Te interesa? 
—¿Estás de coña? Claro que me interesa, no sabía nada — dije dándole mucho besitos— Eres el papi falso más bueno del mundo 
—En que quedamos soy bueno o soy falso— dijo serio— pero no te hagas ilusiones, aún no es definitivo, puede que no quede nada ni en el reservado 
—Confío en ti 
Llegamos a Asturias después de muchas paradas en gasolineras y áreas de descanso. Teníamos que filmar un reportaje sobre unos premios que se iban a dar ese fin de semana en Ribadesella. Esta vez no teníamos un hotel, si no una pequeña casita rural a las afueras del puerto donde estábamos todo el equipo. Ya habían pasado unas cuantas horas y yo no sabía nada de él. Se habría levantado ya supongo, o quizás se iba a pasar todo el día entre siesta y siesta. Yo ya estaba menos entusiasta que hace unas horas 
Osea que cocina, muy bien, nos vamos a morir de hambre. Más vale que comamos todos los días fuera— dije abandonando mi maleta en el umbral de la puerta y tirándome en el sofá — Y aquí no hay cobertura, lo que me faltaba, que hago yo sin móvil. ¿No había un sitio más alejado de la civilización, verdad? 
—Pedroche, no vas a morir sin móvil. Deja tu maleta en esa habitación, ponte el pijama y ven a ayudarme a hacer la cena, hemos traído todo lo necesario 
—Pero… 
—Pero nada — dijo Aguirre 

Y obedecí. La verdad es que el enfado se me pasó enseguida, dejé el móvil en la maleta y todo el equipo de grabación pasamos una noche estupenda entre copas, juegos de cartas y cotilleos varios. Al día siguiente me pasé el día trabajando en el centro del municipio, en el teatro donde se iba a hacer la entrega de premios. En esa zona ya tenía cobertura pero nada reseñable, una llamada de mi madre que devolví y un par de indicaciones de última hora para el reportaje pero de él nada. No podía evitar entrar en su twitter de vez en cuando para ver si hacía algo y vaya que hacía. Ayer había salido, subió varias fotos con amigos (y amigas) en algunas discotecas en las que hemos estado. Sus caras en las fotos en las fotos de última hora lo decían todo, ya no tenía sangre si no ginebra. Había algún comentario que otro de hoy a la mañana de chicas con las que había estado ayer a la noche. Me estaba volviendo loca, sabía que si seguía así no podría concentrarme en el reportaje así que opté por cortar por lo sano y apagué el móvil que se quedó en el fondo de la maleta el resto de fin de semana. 
Y este pasó entre trabajo y el equipo con el que había vuelto a conectar después de haber estado distraída demasiado tiempo. Ya de vuelta la a la furgoneta muy entrada la noche del domingo me decidí a encender el móvil por fin. La pantalla se empezó a iluminar con avisos de llamadas, mensajes y whats apps, pero ninguno suyo. Ya no sabía lo que esto significaba, pero estaba claro que él no me había extrañado en todo el fin de semana como me había pasado a mí. Puede que vuelva a estar en la situación de siempre, esa en la que yo me encariño muy pronto, exageradamente como espero que sea esta vez también, y me hacen daño. 
—Cris— Aguirre me sacó de mi bucle de rayadas —acabo de hablar con mi amigo, lo siento, no queda absolutamente nada, perdona 
—No digas tonterías, no es tu culpa anda ven aquí y hazme de almohada— le dije dejándole un hueco en mis asientos. Él se acomodó con mi cabeza en su regazo y comenzó a acariciarme el pelo, justo como lo hacia mi madre hace cuando estamos en el sofá, la necesito tanto ahora. 
 Intenté dormir el resto del viaje, estaba muy cansada y no quería seguir dándole vueltas a esto. Al fin y al cabo para que…” 

La música se corta y con ella el recuerdo porque alguien me quita los cascos de pronto 
—Cris, ¿te escuece la sombra?— me preguntó mi maquilladora 
—¿Por? 
—Te están llorando los ojos, te tengo que desmaquillar y empezar de nuevo 
—Lo siento, será de la alergia — mentí 

Y esta vez antes de volver a cerrar los ojos salí de la lista de reproducción de Supersubmarina, no necesitaba hacerme esto. ¿Que pongo ahora? Esta canción sonaba en el coche el día que me trajo desde Valencia, esta otra la escuchamos mil veces en la radio a primera hora cuando me lleva al trabajo, esta la bailamos en aquella discoteca donde conocí a sus amigos, esta la cantaba en la ducha, esta… Es imposible que todas tengan que hacer que piense en él, por Dios, ¿Qué me pasa? ¿No escuchaba música antes de conocerlo? Me estoy obsesionando… Y no me gusta. Mucho menos cuando su voz en la última llamada sonaba así. Sabía lo que quería hablar, sabía que él tampoco tenía todos los pensamientos en su sitio, sabía que le pasaba lo mismo que a mí. Y eso se le notaba en la voz ronca y seca que me llamó ayer a última hora de la noche para decirme que hoy teníamos que vernos. No en su casa, en la mía, en un parque o en el cine. No, no era ese tipo de cita. Quería quedar en la cafetería de mi plató. Y sabía porque. Pero no iba a ser yo la que le facilitara el trabajo. Ya empezaba a hartarme. 
Oigo como la maquilladora golpea rítmicamente el suelo con el pie a la espera de que deje el ipod y vuelva a recostarme para que pueda seguir con su trabajo. Reproducción aleatoria. Me recuesto y vuelvo a cerrar los ojos a la espera de saber si el karma me odia o solo me putea de vez en cuando. Y ahí tengo la respuesta… 

“ El lunes siguiente a mi fin de semana en Asturias había pasado sin pena ni gloria. Intentaba no pensar en él, o mejor dicho en su ausencia. Hoy había salido temprano pues en el programa se iban a emitir hoy y mañana el reportaje de Ribadesella así que grabé por la mañana una entrevista tonta para el miércoles y volví a casa en el mismo momento en el que oí el “corten”. Mi madre hoy no estaba pues llevaba todo el día en casa de mi tía cuidando a Daniela que estaba enfermita. Cuando llegué a casa solo estaba mi padre durmiendo la siesta en el sofá

—Muy bonito si señor — dije dándole un beso que lo despertó — aquí durmiendo de vagonetas en vez de ver a tu hija predilecta trabajando 
—Predilecta no — sonrió— solo tengo una, no puedo elegir. Y para que te voy a ver ahí enseñando muslo, con unos escotes más amplios que la caja fuerte de Aznar y haciendo de tontita si te puedo ver en casa. ¡Que milagro! Dicho sea de paso. 
—Bien mona que salgo… 
—Si mona monísima, pero de las del circo… — me hizo un hueco en el sofá— anda ven aquí y cuéntame que tal el fin de semana y como van los estudios y todas esas cosas que nos interesan a los padres. 
—Primero me hago algo de comer que vengo muerta y luego hablamos 
Fui a la cocina y empecé a prepararme un colacao. Mientras llamaron al telefonillo. Mi padre se levantó a contestar y yo escuchaba la conversación desde la cocina 
—Si? 
—… 
—Si que está 
—… 
—De parte de quien dices? 
—… 
—¿ Un amigo con coche blanco? 
—… 
—Perdonado, te digo que si tienes un coche blanco  
—… 
—Ya me parecía a mi… Está bien, ahora se pone 

Mi padre vino a la cocina para soltar un “el gilipollitas al telefonillo”. Yo ya sabía perfectamente quien era al que el denominaba “gilipollitas”, lo que no sabía era que estaba haciendo en mi portal. 
—¿Si? 
—Soy Dani¿ puedes bajar un rato? 
—Es que iba a… 
—Por favor, serán solo unos minutos 
—Está bien ahora bajo 
Saqué el colacao del micro (tenía hambre), cogí las llaves y bajé las escaleras aún oyendo el “te vigilo por a ventana” de mi padre. Cuando llegué al portal Dani estaba sentado en las escaleras de la entrada. Había empezado a llover. 

—¿Qué haces aquí? 
—Te lo explico con gusto, pero antes vamos al coche, lo tengo aparcado detrás de ese coche rojo, porque como verás — dijo señalándose las convers empapadas— está lloviendo. 
No dije nada, solo le seguí hasta su coche. Una vez dentro parecía que la lluvia había dejado paso a un diluvio. Me encantaban las tormentas de final del verano, aún hace calor pero el tiempo cambia, algo te dice que se acabaron las vacaciones, que va a volver el otoño con sus alfombras de hojas y el frío invierno. Pero estas tormentas que te anuncian tanto frío y cambio de estación, en el instante purifican, limpian, borran. Era uno de los pequeños placeres de la vida. Caminar bajo la lluvia, siempre en compañía, como si no estuviera esta, como si no te mojara. Al parecer a él eso no le gustaba, otra cosa más a la lista… 
—¿Para que has venido? — dije un tanto brusca. Él tardó en responder y yo di un sorbo a mi colacao como si el asunto no fuera conmigo 
-Es que como no has llamado desde el viernes a la mañana que te fuiste de casa, pensé que podrías estar enfadada 
-No estaba enfadada 
-Estabas, y ahora… ¿Lo estás? 
-No sé, ¿tendría por qué estarlo? 
-Vale eso es un si — dijo al tiempo que me quitaba mi taza y la dejaba en el posavasos del salpicadero— Yo sé que he estado un poco… ausente estos días. 
-De fiesta querrás decir 
-Si, también he salido un par de noches con amigos 
-Y amigas, que no se te olvide 
-SI, y amigas también. Verás llevábamos unos semanas que no nos separábamos ni para ir al baño, y no me malinterpretes, no estuve incómodo ni mucho menos, me encantaba; pero dejé de lado a mis amigos, a mi gente, mi vida. Y eso es algo que no me gusta tanto, me encanta pasar tiempo contigo pero no quiero dejarlo todo a un lado. Necesitaba un fin de semana de salir, beber, volver a los tiempos de cuando aún no te conocía a ti. 
-¿Y eso implica ni siquiera llamarme? ¿Ni un mensaje? Sabías que estaba fuera, por mucho que te molestaras en preguntarme un día que tal me iba no te iba a restar tiempo con tus amiguitas. Y ¿a qué te refieres con los tiempos antes de conocerme? Eso implica lo que creo que implica, porque con quien no te faltaba. 
-No digas estupideces, creo que te dejé bien claro que no iba a jugar a eso, y lo dije totalmente en serio. No estoy dispuesto a que lo cuestiones a la primera de cambio — dijo levantando la voz. 


Yo me limité a negar con la cabeza y echar la mano a la taza, pero él la paró y la unió a su mano izquierda. 
—Lo siento, no quería gritar, pero tampoco quiero que dudes de lo que te dije. Siento no haber llamado, ni haberte escrito, he sido un completo imbécil. Me rayé, es todo. No estoy acostumbrado a este tipo de relación. — me cogió la otra mano— ¿Me perdonas? 
Aún estaba enfadada, por supuesto que lo estaba, pero no quería seguir toda la vida de morros con él. Me limité a afirmar con la cabeza sin tan siquiera pronunciar palabra. 
—Así no me sirve — dijo besándome en la mejilla — tengo una cosa que seguro que hace que me perdones totalmente. 
Abrió la guantera del coche donde estaba todo lleno de papeles de seguros y encima de todas había un sobre rosa. Mientras lo cogía para averiguar que había dentro Dani encendió el coche para poner el limpiacristales y puso la radio muy bajita. En el sobre había una nota y dos entradas para el concierto de Supersubmarina en la sala búho. La nota ponía “vale por un cena, concierto y postre (del gusto de la señorita ejem ejem); posdata los besos a mayores no van incluidos en el precio, tendrá que ganárselos” 
—Sé que te gustan bastante, gracias a mí he de decir, y como los conocí hace una temporada logré conseguir entradas para el palco aquí en Madrid, ¿te apetece? 
—Me apetece 
Él sonrió al ver que ya hablaba y me besó muy tiernamente entre “los había echado de menos” y “sabes a colacao”. 
En el coche sonaba Mi Realidad, otra de sus canciones favoritas…” 

Esa misma que ahora el karma eligió “aleatoriamente”. Hoy no es mi día. 
Prefiero quitarme los cascos y entretenerme con los cotilleos que las maquilladoras se cuentan, sin involucrarme demasiado en la conversación. El programa en directo es justo lo que necesitaba para seguir distraída. Peluquería, vestuario, repaso de guion, mi reportaje y listo. Por un lado no quería que se acabara porque sabía que luego iba llegar él para nuestra cita. La verdad es que algo había cambiado, no me apetecía nada verle, ni escucharle, ni tener que simular que lo que me iba a decir me importaba. 
Tras salir del plató pasé a recoger mis cosas al camerino y me dirigí a la cafetería de la primera planta del estudio donde habíamos quedado. Seguro que ya estaba esperando allí pero no tenía demasiada prisa en llegar. Busco en el fondo del bolso mi móvil por si tenía algún mensaje suyo diciéndome que no iba a venir y que podía irme a casa a hacer cosas más útiles. Parece que no hay suerte. Me doy cuenta de que algo me ha caído del bolso cuando cogía el móvil. Recojo el papel rectangular del suelo. No sé ni siquiera porque lo tengo aún en el bolso… 

“ Ya eran las ocho y media. Dani iba a venir a buscarme de un momento a otro. Habíamos acordado ir a cenar algo rápido antes del concierto que empezaba a las once en punto. Estaba esperando en la acera de enfrente de mi portal. Empezaba a refrescar, se notaba que Septiembre había llegado y con todas sus consecuencias. Mi madre estaba asomada al balcón y sabía que se quedaría ahí hasta que me viera marcharme, era más boba. Un poco le estaba empezando a hacer ilusión ver lo contenta que estaba con Dani, por mucho que me quedara menos tiempo para ser su niña consentida perfecta. Veo como su coche entra en la calle y a 12 metros su sonrisa ya es imborrable. 

—Hola preciosa — dijo intentando besarme 
—¡Eeeeeeh!, que está mi madre mirando — apartándome. Él me miró con una sonrisa perversa. Salió del coche sin decir nada más, no tenía ni absoluta idea de lo que pretendía hacer. Abrió la puerta del copiloto y me sacó casi a rastras del coche 
—¿Pero qué h……. 
No pude seguir hablando porque me dejó caer sobre su brazo y me besó dejándome petrificada. Solo se oía a mi madre aplaudiendo. Cuando terminó su jueguito se despidió de ella con la mano y volvió a subir al coche. Yo me quedé quieta donde él me había besado 
—No piensas subir al coche — dijo chistoso 
No hizo falta que contestara, me subí a un perpleja y le propiné un manotazo en el brazo 
—Imbécil 
—Si, si pero bien que te gusta este imbécil 
—No te creas, no eres mi tipo… Demasiado viejuno 
—¡Uhhhhhh! Eso duele Pedroche. Si te mueres por mis huesos 
—Si, por tus huesos, esos que están escondidos por alguna parte — dije tocándole la incipiente barriguita— y también me vuelven loca estas arruguitas — señalé su frente— bueno y esas, estas otras y bueno no había visto estas… 
Empecé a puntear con el dedo por toda su cara para que se enfadara 
—Quita — dijo molesto — no te preocupes que esta noche te buscas otro más jovencito que consiga que te desvanezcas en la cama como lo hago yo 
—Tontito, es una broma 
—Ya, ya ya. Toda broma tiene algo de verdad 
—Que no enserio, no lo decía de verdad. Te lo juro por tus canas 
Me miró con una cara de odio sin igual que se triplicó cuando yo sola me empecé a reír de mi propia broma. Ya habíamos llegado al restaurante, un italiano. Aparcó el coche y bajó cerrando la puerta con el mando, dejándome a mí dentro. 
—Tonto ábreme – dije golpeando el cristal de mi ventanilla— A ver… 
Uy lo siento, me había olvidado de ti, será la edad 
—Anda pesadilla, venga vamos a comer rápido que no llegamos al concierto 

Y eso hicimos. Una hora después estábamos de nuevo en el coche camino de la sala. Dani había conseguido las entradas porque ya conocía a los chicos. Al parecer sus representantes eran amigos. Aparcamos el coche bastante lejos y fuimos andando hacia la sala. La puerta estaba repleta de gente y es que la verdad se estaban haciendo muy apreciados en el panorama indie español. Nosotros nos separamos un poco, no lo habíamos hablado nunca expresamente pero a ninguno de los dos nos hacía demasiada gracia que se nos relacionara. Yo en el programa ya había escuchado comentario de la gente allegada que lo había visto algunas veces por el aparcamiento y no estaban demasiado de acuerdo con que me relacionara por lo menos públicamente con la competencia directa del programa.  
Ambos nos sacamos fotos y firmamos autógrafos. Aún tuve que esperar un rato a que las niñas lo soltaran y dejaran de decirle que estaban enamoradas de él. Dani me mirada de forma graciosa y aunque no dijera nada yo sé que estaba pensando algo así como “ves como no soy tan viejo “ o  “las tengo a todas locas”. Cuando acabó nos dejaron pasar primero por tener entradas para la zona reservada. 

—Y luego tú dices que estoy hecho un viejo — dijo agarrándome de la cintura— Tú sigue tratándome así que cualquiera de esas quinceañeras puede ser tu potencial sustituta. 
—Ahora aparte de viejo me parecer un viejo verde — le besé en la mejilla 
Nos dirigimos a la barra para coger unos gin-tonics antes de subir al palco reservado. De camino a las escaleras de acceso había un pasillo con el letrero de “camerinos” 
—¿Nos pasamos? — preguntó Dani 
—¡Ayyy, no. Que vergüenza! 
—No seas boba, yo me he tomado una copa con ellos en un par de fiestas en las que coincidimos. No somos amigos de toda la vida pero que menos de darles las gracias por las entradas, porque no se si te lo he dicho pero no quedaban entradas, estas nos las dio el cantante del grupo porque le fallaron un par de amigos.  
—Bueno… pero nos pasamos, le saludas rápido y nos vamos. Dios es que me siento como una fan loca colándome en el camerino— dije tímida 
—Bueno tía, pues somos las dos fans locas entonces — dijo imitándome con voz de chica 
Booo, anda pasa 
Llegamos a la puerta principal, la luz estaba encendida al otro la do y se oían voces. Dani petó a la puerta y espero a que le abrieran. El que le abrió era un chico rubio que se alegró de ver a Dani y le dio un abrazo al tiempo que llamaba a los demás y nos invitaba a pasar.  
—Mira Cris, estos son Pope, Jaime y Juanca  — me dijo Dani al tiempo que todos me iban dando dos besos— Donde está el chinarrio? 
—Aquí estoy, aquí estoy — dijo un chico alto y moreno entrando por la puerta — no puede uno ni ir a por una copa sin que se le cuele escoria en el camerino — bromeó y abrazó a Dani— No lo decía por ti bonita. 

El chico me cogió por la cintura con la mano que no tenía ocupada por la copa y me dio dos besos, nada de besar al aire como se hace cuando saludas por compromiso, no. Él me besó primero en la mejilla izquierda y con una sonrisa inmensa se traslado a mi mejilla derecha para besarla también. Me gustaba su olor, mucho.  
—¡Ehhhh! Afloja con el bonita — dijo Dani bromeando palmeando su cara 
Nos quedamos hablando con ellos un rato. El chico moreno, que deducí que era el cantante cada vez que se dirigía a mí me acariciaba el antebrazo. Me infundía seguridad y buen rollo. En cierto modo era muy parecido a Dani en el afán de protagonismo con sus payasadas. Nos despedimos para que pudieran terminar de prepararse con la promesa de que luego tomaríamos una copa tras el concierto. Otra vez dos besos, y otra vez su olor… 
—¿Oye como se llama el chico guapo?— le pregunté cuando salimos 
—Dani 
—¿También se llama Dani? 
—Como que también, yo me refería a mí 
Booo tonto, me refiero al que tú llamas  “chinarrio 
—¡Ahhh! Todos le llaman Chino, no solo yo. Es su mote desde pequeño. ¿Y que es eso de guapo? 
—Hombre — me reí — feo el chiquillo no es 
—Anda calla, que es muy joven para ti, solo te saca cuatro años. — Me cogió de la cintura y me dio un beso en el cuello— Tú eres mía y solo puedes tener ojos para mis canas, que quede claro 
—A sus órdenes mi capitán veterano 
Él me despeinó un poco el flequillo y subimos al palco. Fue uno de los mejores conciertos en los que he estado. La energía que tenían en el directo no era nada comparable a escuchar el disco. La fuerza a la hora de cantar, su entrega… Desde esa noche me declaré fan incondicional del grupo.” 

Volví a guardar la entrada del concierto en el bolsillo pequeño de mi bolso y me dirigí a la cafetería. Busqué entre las mesas a Dani pero al parecer aún no había llegado así que me senté yo en una al final de la habitación y pedí algo de beber. Mi móvil vibró: 

“Tardo quince minutos, me encontré con amigos, lo siento…” 

Que raro en él… Las cosas no iban bien, o si. ¿Quién sabe? Todo esto estaba siendo una montaña rusa. Después de nuestra primera discusión en el coche habíamos vuelto a ser inseparables durante un par de días, pero él seguía con sus fiestas hasta la madrugada, sus amigas, sus días sin dar señales de vida. Y yo… Yo como siempre de estúpida estaba a su disposición cuando él quería, parecía que era la única que quería que esto que teníamos a lo que no sé si se le puede llamar relación funcionara, la única que estudiaba en el comedor del programa para poder tener las noches libres para pasarlas juntos. Y la verdad es que hace tiempo que me empecé a cuestionar si de verdad merece la pena. Somos tan diferentes. Me gusta mucho (le quiero mucho) pero él es como un niño que no se compromete con nada, lo quiere todo. Y yo me canso. 
Pero luego llega con sus detalles bonitos con sus entradas para el concierto de Supersubmarinasus desayunos de sábado, como él los llama, que son tortitas de chocolate a las cuatro de la mañana después de pasarnos horas en la cama; sus ataques de celos de broma, que en parte son un poco de verdad; sus locuras de niño pequeño que ya es mayor, sus besos… Sus besos. Esos besos que convierten cualquier descampado, en el más hermoso paraíso. Descampado… 

“Hacía dos días que no nos veíamos. Yo estaba muy ocupada con el trabajo pues estábamos grabando programas que no se podían hacer en directo. Dani me mandaba mensajes a todas horas para que hiciera un hueco para verle. Y yo en el fondo, y no tan en el fondo, también estaba deseando verle. 
Conseguí sacar un par de horas libres después de un reportaje y le llamé 
—Tengo dos horas, pero estoy a las afueras de la ciudad, cerca del Palacio de los Deportes. ¿Se puede hacer algo? 
—Hola a ti también, buenas tarde, ¿qué tal te va todo? A mi muy bien, gracias por preguntar 
—A ver bobo, te lo digo enserio, dos horas solo dos horas 
—¡Que humor tiene la señora! Como se nota que hace mil años que no prueba mis besos— dijo melodramático— Estoy a diez minutos de ahí, no nos va a dar tiempo a volver al centro para tomar algo y volver a dejarte para que acabes el repor pero podemos dar un vuelta con el coche por ahí 
—Por mí perfecto, te espero 
Y no le tuve que esperar mucho pues en poco más de cinco minutos estaba allí. No recuerdo que habláramos mucho la verdad. Nos pusimos al día de lo que había pasado en nuestras vidas y después Dani se dedicó a callar a besos mis reproches por las últimas juergas que se había pegado. 
Y en ese momento a mí no me importó, ni las fiestas, ni las copas que se tomó, ni las fotos con chicas que llenan twitter diciendo haberse acostado con él. Solo me importaban sus besos, y es que con su “no seas tonta, no es nada” y sus besos ya se me olvidaban las cosas…” 

Y todos estos problemas, su falta de interés, mi obsesión cada vez mayor porque quiera lo que yo quiero, sus idas, mis venidas… Estaban haciendo que él cambiara, y yo dejara que esto sucediera. Hace tiempo que estaba más distante, más esquivo… Él ya no llamaba y yo no me molestaba en intentar que esto fuera diferente. Y como siempre ocurre, cuantos más problemas tienes, más te vienen encima. Saqué la revista del bolso. La había ido a comprar en cuanto una amiga me aviso de lo que salía en portada, pero no me había molestado ni el leerla hasta ahora.  

“Cristina Pedroche “duerme” con el enemigo” 

Bonito titular… Dentro los comentarios no eran mucho mejores. Las fotos eran las de esas dos horas en el descampado. No se veían demasiado bien, pero parecíamos felices… 
—Veo que tú también te has enterado… 
No me molesto en alzar la vista de la revista, la cierro y la guardo en el bolso sin aún mirarle a la cara. Él se sienta sin tan siquiera darme dos besos. 
—¿Qué querías?— pregunto secamente, si lo va a decir que sea rápido 
—Cristina yo… — empezó despacio— no sé como empezar… 
—Prueba por el principio 
—Verás, hace tiempo que no es lo mismo. Pensé que podía, cuando te dije todo aquel día pensé que podría y después, los primeros días todo parecía tan fácil, creía que era lo que necesitaba. Pero... pero a medida que fue pasando el tiempo me di cuenta que no es lo que quiero, no ahora. Estoy dejando pasar muchas cosas por estar atado, y no quiero. Aún encima esto de la revista, sé que nunca lo hablamos pero los directivos de la cadena no lo ven demasiado bien. Y yo ya no puedo, es demasiado, me agobia demasiado. 
—En conclusión… — dije con el mismo tono neutro del principio 
—Creo que deberíamos ser solo amigos, no sé dejar de vernos un tiempo para ver que pasa, si las cosas pueden cambiar, esperar a ver si todo se hace más fácil… 
—Mira Dani, las cosas no se van a hacer más fáciles, las cosas no van a cambiar, ni tú tampoco. Entiendo lo que quieres y lo acepto pero sin “darnos un tiempo” o “esperar a ver…” No, podemos ser amigos, si es que somos capaces porque nunca lo hemos sido antes, pero nada más. No me sirve el “ya veremos en el futuro” si acaba, acaba aquí y para siempre. No quiero coqueteos, ni encuentros esporádicos, ni que me llames una noche que no encuentres a otra con la que acostarte. 
—Cris, yo no pretendo usarte, lo único que quiero es no seguir haciéndonos daño 
—¿Haciéndonos? Bonito uso del plural. Por mí ya está todo dicho 

El camarero llegó para tomarle nota pero él se levanto diciendo que no iba a tomar nada. Se acercó a mí dudando y me dejó un beso en la cabeza con un “hablamos”. Y yo me quedé allí, sin hablar, sin ver porque las lágrimas que antes contuve con todas mis fuerzas ahora caían de forma natural, no sorprendidas pues ya sabían que esto iba a pasar, pero si sinceras. Y en la silla, como palpitando en mi bolso, las fotos de lo que ya nunca iba a ser.